Conforme se acerca el primer día de clases, los niños comienzan a sentirse
inquietos y un poco angustiados; lo mismos pasa con los de nuevo ingreso o que
por alguna razón tuvieron que cambiar de escuela; tanto los padres de familia
como los maestros están conscientes de esta situación, así que cada uno por su
lado debe trabajar para que el niño se siente más tranquilo y aprende a verle
el lado positivo a todos estos cambios.
Los padres por su parte deben platicar con sus hijos, tranquilizarlos haciéndoles
notar los aspectos positivos de empezar la escuela, entre estos volver a ver a
sus amigos, conocer otros nuevos, tal vez conocer una nueva escuela, etc.
Es muy importante (si existe la posibilidad), llevar al niño al colegio unos
días antes del inicio de clases para que lo conozca, y acompañarlo el primer
día; posteriormente podrás organizarte para que otras personas de tu confianza
puedan pasar por el, pero el primer día es de gran ayuda porque se sentirá más
tranquilo de saber que estas a su lado.
Y para que todo marche bien, sugiero
lo siguiente:
- Hablar con ellos sobre la importancia del regreso a la escuela y determinar
con ellos lo que se espera de este año y cómo piensan lograrlo.
-Plantear el regreso a clases como algo positivo y muy importante.
- Escuchar sus temores, dudas, intereses y expectativas con mucha atención y
orientarlas respetuosamente en todo momento.
- Establecer y respetar los horarios para levantarse, dormirse, alimentarse,
tomar clases especiales, hacer tareas y jugar o entretenerse.
- Responsabilizarlos sobre el cuidado de sus útiles escolares, el arreglo
diario de sus uniformes o ropa de escuela, así como de la solución de sus
tareas escolares para evitar el desorden que es causante muchos problemas y
tensiones familiares.
- Supervisar bien su desayuno que es el principal alimento que les permitirá
concentrarse y aprender bien durante toda la mañana. Con frecuencia es
importante incluir un complemento alimenticio para el recreo, para que no les
falten todas las vitaminas y minerales esenciales para su adecuado crecimiento
y desarrollo, acompañado de una notita de amor que los haga sentir seguros.
- Estar pendientes de todos los cambios posibles de conducta o actitud que
puedan ser manifestaciones de algún problema no resuelto en la escuela o en su
vida personal. Tener en cuenta que los problemas para ellos son tan grandes e
importantes, como lo son los nuestros.
- Tener todo listo para que las prisas no sean otro motivo de estrés, salir a
tiempo para evitar el tráfico y mostrarse contentos en todo momento.
Pero también durante el año escolar
hay que vigilar conductas que nos pueden indicar que los niños no se encuentran bien en la escuela, como:
- Llorar todos los días al entrar a ella.
- Orinarse cuando ya han logrado controlar este reflejo. - Simular o presentar
dolor de estómago, cabeza, náuseas y otros todos los días.
- Sentirlos desmotivados y tristes cada vez que salen de la escuela.
- Quejarse continuamente ante los padres sobre la conducta de maestros o
compañeros.
- Presentar algún signo de violencia o golpe.
- Detectar baja de calificaciones sin motivo aparente.
Ante estas señales es importante:
- Escuchar a los niños y niñas, atender a sus quejas y darles credibilidad
hasta que se demuestre lo contrario.
- Hablar con maestros y directores y comentar los cambios de conducta
inesperados.
- Denunciar cualquier hecho de violencia.
- Ayudarlos y orientarlos en sus requerimientos.
- Comentar con los maestros si se piensa que las tareas son excesivas.
- Estimularlos y felicitarlos ante sus éxitos y orientar sus fracasos y errores
para que aprendan de ellos.
Hay que recordar que serán muchos los años que los niños estarán en la
escuela y que esa debe ser una etapa de aprendizaje saludable y placentero y no
de angustia y temor.
Hagamos que la vuelta al cole sea una ilusión, cuéntale tus experiencias
cuando eras pequeño y si aún conservas las amistades de tu cole dile lo
maravilloso y valiosas que son esas amistades.