domingo, 2 de octubre de 2011

Recuperar la autoridad sobre los hijos


Recuperar la autoridad sobre los hijos

     Te son conocidas estas frases…………Es que los niños de antes  eran tan diferentes a  los de ahora, en mi época a los papas si se les tenía respeto….

Cuando no tenemos autoridad en nuestra  familia,  los hijos se apoderan de ella. Los educadores sabemos que una autoridad bien entendida obtiene el respeto del niño y es la piedra angular para desarrollar personas equilibradas y felices, de eso se trata, de ayudar a crecer. Es importante tomar decisiones correctas y útiles para el niño día a día.

Los expertos advirtieron claramente que los padres ya no querían tomarse la molestia de educar a sus hijos, bajo normas de respeto que empiezan en el hogar y se expanden al mundo.

Explica la doctora Diana Rabinovich, profesora titular de la Facultad de Psicología de la UBA. “Hay una cierta dimisión por parte de los padres, de la dura y desagradable función de educar. Decir que no, demandar que las tareas sean cumplidas es una tarea desagradable, e incluso angustiosa. Pero no es la única dimensión de educar, que entraña también amor, cuidado, dedicación, estímulo, aliento…”,

Todos quieren pasárselo bien, sin andar atrás de los chicos diciéndoles cómo tienen que comportarse; mucho menos despegarlos de la PlayStation, porque mientras los chicos están conectados a la computadora, los padres pueden desconectarse de ellos.

 Para educar de manera eficaz a nuestros hijos debemos marcar las reglas en casa con el objetivo de cumplirlas. El secreto es hacerlo de manera coherente y con firmeza. Una de las consecuencias educativas de una falta de habilidad a la hora de establecer las normas y de marcar los límites puede ser la falta de respeto, que se produce cuando hablamos demasiado, exageramos en la emoción, y en muchos casos, nos equivocamos en nuestra forma de expresar con claridad lo que queremos o lo hacemos con demasiada autoridad.

Te doy unos tips básicos para aplicar a tus hijos y puedas recuperar la autoridad:

Objetividad. Es frecuente escuchar en nosotros mismos expresiones como "Pórtate bien", "sé bueno", o "no hagas eso". Estas expresiones significan diferentes cosas para diferentes personas. Nuestros hijos nos entenderán mejor si marcamos nuestras normas de una forma más concreta. Un límite bien especificado con frases cortas y órdenes precisas suele ser claro para un niño. "Habla bajito en una biblioteca"; "da de comer al perro ahora"; "agarra mi mano para cruzar la calle" son algunos ejemplos de formas que pueden aumentar sustancialmente la relación de complicidad con tu hijo.

Firmeza. Nosotros necesitamos aplicar el límite con firmeza. Por ejemplo: "Vete a tu habitación ahora" o "¡Para!, los juguetes no son para tirar" son una muestra de ello. Los límites firmes se aplican mejor con un tono de voz seguro, sin gritos, y un gesto serio en el rostro.

Explica el por qué. Antes de dar una larga explicación que puede distraer a los niños, manifiesta la razón en pocas palabras. Por ejemplo: "Cuando muerdes a una persona, le haces daño y duele”

Firmeza en el cumplimiento. Rutinas y reglas importantes en la familia deberían ser efectivas día tras día, aunque estés cansado o indispuesto. Si das a tu hijo la oportunidad de dar vueltas a sus reglas, ellos seguramente intentarán resistir.

Y por último Acentúa lo positivo. Es mejor decir a un niño lo que debe hacer ("Habla bajo") antes de lo que NO debe hacer ("No grites"). Los padres autoritarios tienden a dar más órdenes y a decir "no", es mucho mejor cambiar las órdenes por las frases claras. Por ejemplo: “toca suavemente al gato "en vez de decir “No lastimes el gato."

Cuanto más expertos nos hacemos en fijar los límites, mayor es la cooperación que recibiremos de nuestros niños y menor la necesidad de aplicar consecuencias desagradables para que se cumplan los límites. El resultado es una atmósfera casera más agradable para los padres y los hijos.





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