
Si somos sinceros, gritar no resuelve los problemas de comportamiento ni disciplina en los hijos. La próxima vez que sientas que tus hijos están rebeldes, que no te hacen caso y que no te queda otra alternativa que gritar, respira y piénsalo dos veces. Te doy tres razones para no perder el control con los niños.
1.
Gritar eleva la agresividad en vez
de reducirla
¿Te gustan los gritos? ¿Los encuentras agradables? Lo más seguro es que no. Gritarle a alguien generalmente lo altera más y aumenta la agresividad. Si deseas restaurar la calma en tu hogar, no lo lograrás mediante algo agresivo. Trata de respirar y si el comportamiento de tus niños está muy malo, haz una amenaza de castigo que estés dispuesta a cumplir. Por ejemplo, puedes decir que contarás hasta tres y que si no dejan de pelear, les apagarás la televisión o les quitarás sus videojuegos hasta el próximo día. Si eres consistente, los niños aprenderán a respetarte.
Otra opción es cambiar la actividad a algo más tranquilo para modificar la energía y calmarlos a todos. Hagan plastilina, soplen burbujas o pompas de jabón, lean. Todo eso relaja. Bañar a los niños también suele calmarlos y la música tranquila, también.
¿Te gustan los gritos? ¿Los encuentras agradables? Lo más seguro es que no. Gritarle a alguien generalmente lo altera más y aumenta la agresividad. Si deseas restaurar la calma en tu hogar, no lo lograrás mediante algo agresivo. Trata de respirar y si el comportamiento de tus niños está muy malo, haz una amenaza de castigo que estés dispuesta a cumplir. Por ejemplo, puedes decir que contarás hasta tres y que si no dejan de pelear, les apagarás la televisión o les quitarás sus videojuegos hasta el próximo día. Si eres consistente, los niños aprenderán a respetarte.
Otra opción es cambiar la actividad a algo más tranquilo para modificar la energía y calmarlos a todos. Hagan plastilina, soplen burbujas o pompas de jabón, lean. Todo eso relaja. Bañar a los niños también suele calmarlos y la música tranquila, también.
2.
Gritar
refleja una pérdida de control

3.
Gritar no resuelve los problemas
Si nos has sabido ponerle límites a
tu hijo, no esperes que cuando se esté portando mal puedas controlarlo a gritos.
Para resolver el problema de fondo, pon nuevas reglas, explica las
consecuencias si no se respetan y cumple las amenazas porque si no los niños
aprenden que nuestras palabras no significan nada. Además, al gritar, estás
prestándole atención a tu hijo cuando se porta mal. Verás que si le empiezas a
dar atención cuando se porta bien (como felicitándolo, abrazándolo, sacándolo a
pasear), que estarás reforzando el comportamiento positivo y le darás una
motivación extra para llamar tu atención con cosas buenas y no haciendo
travesuras.
Cambiar los patrones de conducta de tu familia no es fácil y lograr auto controlarse, tampoco. Sin embargo, es posible, por lo que ponte la meta y si eres consistente, de seguro podrás lograr más armonía en tu hogar.
Cambiar los patrones de conducta de tu familia no es fácil y lograr auto controlarse, tampoco. Sin embargo, es posible, por lo que ponte la meta y si eres consistente, de seguro podrás lograr más armonía en tu hogar.
